Entender al nuevo consumidor y sus estilos de vida para establecer relaciones de confianza a través de la transparencia y el compromiso con el bienestar y la sostenibilidad.
La industria alimentaria y de bebidas es uno de los sectores más sólidos de la economía y con un gran crecimiento en el panorama actual, sobre todo, con el despegue de los mercados emergentes y la globalización.
Sin embargo, los hábitos de consumo han cambiado. Aunque la demanda es elevada, el ciudadano ha incrementado su discriminación a la hora de adquirir un producto. Ahora, el consumidor realiza compras más racionales, en un entorno en el que la diferenciación es cada vez menor en el mundo de las marcas.
Por lo tanto, la fidelización de los consumidores se convierte en un requisito fundamental a la hora de establecer una relación duradera dado que ya no se busca exclusivamente una buena relación calidad-precio sino que, además, entran en juego nuevos aspectos como la responsabilidad de las empresas para con la sociedad y el medio ambiente.
En este sentido, el consumidor está cada vez más informado y desea conocer el cómo, el cuándo y el dónde en los procesos de cultivado de los alimentos, cómo se han tratado, quién se ha visto afectado y, en general, la responsabilidad con la que dicha industria ha llevado a cabo todo el proceso productivo a lo largo de la cadena alimentaria.
Los clientes, además, exigen conocer la marca corporativa que hay detrás de los productos que consumen. El incremento de las ventas y el valor en el mercado de estos productos se incrementará cuanto mayor sea la reputación de dicha marca.
Por ello, las empresas del sector de alimentación, si quieren lograr un buen posicionamiento, incrementar su cuota de mercado o garantizar sus beneficios, han de operar desde la transparencia, la correcta gestión de su reputación y el fortalecimiento de lazos duraderos con sus distintos grupos de interés.
El modelo de negocio se verá afectado si las empresas no adquieren una posición de preocupación social ante la nutrición y, en general, facilitan el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Sin embargo, los hábitos de consumo han cambiado. Aunque la demanda es elevada, el ciudadano ha incrementado su discriminación a la hora de adquirir un producto. Ahora, el consumidor realiza compras más racionales, en un entorno en el que la diferenciación es cada vez menor en el mundo de las marcas.
Por lo tanto, la fidelización de los consumidores se convierte en un requisito fundamental a la hora de establecer una relación duradera dado que ya no se busca exclusivamente una buena relación calidad-precio sino que, además, entran en juego nuevos aspectos como la responsabilidad de las empresas para con la sociedad y el medio ambiente.
En este sentido, el consumidor está cada vez más informado y desea conocer el cómo, el cuándo y el dónde en los procesos de cultivado de los alimentos, cómo se han tratado, quién se ha visto afectado y, en general, la responsabilidad con la que dicha industria ha llevado a cabo todo el proceso productivo a lo largo de la cadena alimentaria.
Los clientes, además, exigen conocer la marca corporativa que hay detrás de los productos que consumen. El incremento de las ventas y el valor en el mercado de estos productos se incrementará cuanto mayor sea la reputación de dicha marca.
Por ello, las empresas del sector de alimentación, si quieren lograr un buen posicionamiento, incrementar su cuota de mercado o garantizar sus beneficios, han de operar desde la transparencia, la correcta gestión de su reputación y el fortalecimiento de lazos duraderos con sus distintos grupos de interés.
El modelo de negocio se verá afectado si las empresas no adquieren una posición de preocupación social ante la nutrición y, en general, facilitan el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Casos
Dr. Bayard
Nestlé Argentina