Los 100 primeros días del Gobierno de Bolsonaro

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha cumplido sus 100 primeros días de Gobierno con dificultades para llevar a cabo sus políticas, habiendo cesado a dos ministros, sufriendo pérdida de popularidad, disputas internas, polémicas y recurriendo cada vez más a las redes sociales para comunicarse.

Muchos críticos reconocen al presidente déficits en sus habilidades políticas, hasta el punto de poner en duda el éxito de su principal e inmediata misión: lograr el apoyo del Congreso para cambiar la Constitución y promover una reforma de la seguridad social. La reforma, liderada por el ministro de Economía, Paulo Guedes, se considera prioritaria. Esto permitió al nuevo Gobierno contar con el beneplácito de inversores y empresarios, pero la euforia no ha durado mucho.

El primer gran conflicto ha surgido como consecuencia de una disputa entre el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (DEM RJ), y Jair Bolsonaro. Maia acusó al presidente de falta de compromiso para negociar los puntos de la reforma con los congresistas y recriminó a este estar «jugando a gobernar Brasil». Una de las principales incógnitas sobre Bolsonaro es cómo se ajustará a las estructuras del modelo político brasileño para gobernar, ya que fue elegido bajo la promesa de que no seguiría el modelo existente y no daría directrices políticas a cargos públicos.

Además, debe tenerse en cuenta otra cuestión: su estilo personal. Muchos no ven en el presidente a una figura conciliadora. Bolsonaro desconoce cuántos votos puede obtener en el Congreso Nacional, institución con gran peso a la hora de decidir sobre la reforma de la seguridad social. Ni siquiera el partido del presidente está totalmente de acuerdo con los cambios propuestos para esta reforma, la principal iniciativa económica enviada hasta el momento al poder legislativo.

Polémicas y denuncias

Durante los primeros días de Gobierno, el entorno de Bolsonaro le ha provocado varios quebraderos de cabeza. Estos han sido ocasionados, en particular, por la involucración de algunos ministros en diversas polémicas y por la interferencia de sus hijos en temas de Presidencia y estrategia en redes sociales.

Dos ejemplos de estas polémicas los protagonizan Damares Alvez, ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, y Vélez Rodríguez, ministro de Educación, cesado a principios de abril. La primera defendió en un vídeo, recién empezada la legislatura, que los niños debían usar azul y, las niñas, rosa. El vídeo muestra a Damares, abogada y pastora evangélica, aplaudida tras declarar que «es una nueva era en Brasil». Por su parte, Vélez ha ofrecido diferentes declaraciones controvertidas. Entre otras cosas, ha indicado que la universidad no es para todos, sino para una “élite intelectual”.

El núcleo familiar: influencia y ​​controversias

El diputado Eduardo Bolsonaro (PSL-SP), hijo del presidente y figura influyente en relaciones internacionales, también se ha visto envuelto en polémicas al incomodar al Gobierno criticando a los brasileños que viven ilegalmente en el exterior, durante un viaje oficial a Estados Unidos. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados fue criticado por aliados del Gobierno y la comunidad brasileña residente en Estados Unidos, donde el 81.7 % de los votos en las elecciones de 2018 fueron para su padre. Mientras, en Rio de Janeiro, el senador Flávio Bolsonaro ha tenido que hacer frente a las acusaciones en contra de un exasesor suyo investigado por presuntos movimientos financieros irregulares. Una de las críticas hacia los Bolsonaro es que no han abandonado el tono y el discurso electoralista, dialogando solo con la parte del electorado que los apoya. Uno de los episodios más emblemáticos en este sentido se dio cuando el presidente fue noticia en medios internacionales tras publicar en su cuenta de Twitter escenas de contenido obsceno captadas en el Carnaval de Brasil y que compartió con el objetivo de criticar el comportamiento de las personas en estas fiestas.

Economía: principal aspecto positivo

La economía no se ha visto demasiado afectada por las turbulencias políticas, aunque las inversiones en el sector productivo siguen pendientes de los avances en la reforma de la seguridad social. Entre las cuestiones económicas positivas destaca una ronda de concesiones públicas en la que se ha transferido al sector privado la explotación de doce aeropuertos. Asimismo, se ha concedido al sector privado un importante tramo de la línea ferroviaria Norte-Sur, uno de los principales proyectos en materia de exportaciones agrícolas en el país que se espera que genere en torno a 700 millones de dólares.

En materia de política exterior, el hecho más relevante en los 100 primeros días de Gobierno ha sido la visita de Bolsonaro a EE. UU., donde se reunió con el presidente Donald Trump. El viaje, sin embargo, dio pocos frutos. Se anunció la simplificación de los trámites para las peticiones de visados de nacionales de Estados Unidos, Japón, Australia y Canadá; se cerró un acuerdo para que los norteamericanos puedan utilizar la base militar de Alcántara, en el Estado de Maranhão; y Trump prometió su apoyo para que Brasil pueda entrar en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Pérdida de fuerza

Tres meses después de su ascenso al poder, el Gobierno da señales de fatiga y su agenda corre peligro. La encuesta divulgada en marzo por la empresa Ibope mostró una caída en la popularidad del presidente. En tres meses, el nivel de apoyo a Bolsonaro descendió del 67 % al 51 %, mientras que el número de opositores se elevó del 21 % al 31 %. A pesar de que la situación todavía no es preocupante, la pérdida de popularidad que apuntan esta y otras encuestas muestra que a Bolsonaro le costará trabajo mantener un clima similar a la “luna de miel” con la que empezó su legislatura.

Autores

Cleber Martins

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