En busca del optimismo perdido. Un año de PPK

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Hace un año, y a un día de iniciado su mandato, LLORENTE & CUENCA Perú reflexionaba sobre Los Sueños del Presidente Kuczynski. En ese momento, dos escenarios potenciales se vislumbraban en la historia de la evolución del país. Por un lado, una posible convivencia política entre PPK y Keiko Fujimori que asegurara condiciones estables de gobernabilidad y un crecimiento económico sostenible y, por otro lado, un estado de conflicto permanente entre legislativo y ejecutivo que ensombrezcan la estabilidad política y la inversión privada.

Hoy, al cumplir un año de estar frente a esas posibilidades, sabemos que la dificultad para lograr articular la convivencia de un Gobierno sin respaldo parlamentario y una oposición con mayoría legislativa, es una de las causas de la creciente desaprobación que viene sufriendo Pedro Pablo Kuczynski.

El equipo de Asuntos Públicos de LLORENTE & CUENCA  en América Latina ha preparado un balance que no solo analiza los hitos que han generado la turbulencia política que vivió en el Perú, sino que también reflexiona sobre un nuevo panorama para el segundo año de Gobierno. Se trata de un análisis que hace un recuento de los principales hitos que han moldeado este primer tramo del gobierno de PPK, y que marca el derrotero de lo que podría ocurrir en el siguiente, con lo que resulta de interés para quienes están muy atentos a la realidad peruana.

Luisa García, socia y COO de LLORENTE & CUENCA en América Latina. 

Luis Miguel Peña, socio y director general de LLORENTE & CUENCA Perú. 

UN AÑO DE PPK

El primer año del presidente Pedro Pablo Kuczynski ha sido intenso. El optimismo al inicio de su mandato, por la generación de expectativas positivas en el sector empresarial, se fue diluyendo a medida que la economía sufría un deterioro ocasionado por una fuerte presión política. Pero a pocos días de iniciarse el segundo año de la administración de PPK, la posibilidad de un mejor entendimiento entre su Gobierno y la oposición liderada por Keiko Fujimori, la cual controla el Congreso, abre la perspectiva de una recuperación del optimismo por la eventualidad de un mejor clima de negocios en el Perú. Pero, por lo visto en estos meses, siempre será un optimismo cauteloso pues este lustro político nunca dejará de ser complejo.

ARRANQUE OPTIMISTA

Al final de una campaña electoral intensa que se decidió recién en el tramo final de la última semana, dando como ganador a PPK por una diferencia de menos de 50 mil votos frente a Keiko Fujimori, se generó en el país una expectativa bastante positiva tanto en la ciudadanía como en la inversión privada. En el sector empresarial, porque era la primera vez, en mucho tiempo, que la segunda vuelta presidencial era disputada por dos candidatos con una actitud favorable hacia la inversión privada, y porque la composición del nuevo Congreso hacía pensar que ahí también habría una posición amigable hacia la promoción de la empresa privada.

Pero el resultado electoral del año 2016 trajo otra novedad en el sistema institucional peruano pues era la primera vez, en muchos años, que un solo partido opositor –Fuerza Popular– tendría una mayoría aplastante en el Congreso que le permitiría el control del proceso legislativo y la capacidad de ejercer una estricta fiscalización del Gobierno a través de los instrumentos que establece la constitución.

«El optimismo […] se fue diluyendo a medida que la economía sufría un deterioro ocasionado por una fuerte presión política»

Por todo ello, era claro que el desafío principal del lustro 2016-2021 no sería económico dada la coincidencia de opiniones entre los principales partidos representados en el Congreso, sino esencialmente político: cómo articular la convivencia entre un Gobierno débil como el de PPK, por su reducida cuota parlamentaria, y una oposición sólida como la liderada por Keiko Fujimori por su mayoría abrumadora en el poder legislativo.

De ese modo, en ese momento, al inicio del gobierno de PPK, en julio de 2016, se podían plantear dos escenarios básicos para la evolución del país.

Por un lado, está el escenario optimista, el cual consistía en el establecimiento de un acuerdo político básico entre PPK y Keiko Fujimori que, sin llegar a ser una alianza estable y permanente, permitiera establecer condiciones propicias para la gobernabilidad, ayudando a poner en marcha la implementación de reformas pendientes que promuevan el crecimiento económico y la mejora de la calidad de vida, como en el mercado laboral, el sistema de pensiones, o la descentralización.

Por otro lado, el escenario pesimista, consistente en un enfrentamiento creciente entre Gobierno y oposición que pudiera poner en riesgo la gobernabilidad al producir un impasse institucional, dando lugar  a que el lustro se perdiera por un duelo permanente entre los que buscan la vacancia presidencial y los que pretenden la disolución del Congreso.

IMPASE EN EL DISEÑO CONSTITUCIONAL

En el fondo del impasse reside un problema en el diseño del sistema político peruano, el cual fue bien analizado por el experto en asuntos electorales Fernando Tuesta, quien observa que el “Perú es el único país en la región en donde, siendo presidencialista, se han  incrustando mecanismos propios de sistemas parlamentarios, de herencia europea, creando un híbrido que tiene efectos negativos en la política peruana”

Agrega que, “en los sistemas parlamentarios, el gobierno es elegido en el Parlamento, por una mayoría de un partido o coalición de partidos. Si bien se ejerce la función de control político, el gobierno puede gobernar y el parlamento fiscaliza su labor. No puede haber un gobernante con una oposición parlamentaria mayoritaria”.

De este modo, en una situación como la que atraviesa el Perú hoy en día, se teme que la oposición fujimorista, al tener una mayoría congresal aplastante, pueda censurar ministros cuantas veces lo desee, algo que sería inusual en un sistema parlamentario en donde, si el gobierno pierde la mayoría, se censura directamente al primer ministro y se adelantan las elecciones.

NUBARRONES EN EL HORIZONTE

Al inicio del gobierno, la oposición tuvo expresiones de apoyo crítico a la Administración del PPK, como un voto de investidura record y casi unánime por parte del Congreso al gabinete ministerial presidido por Fernando Zavala –como lo requiere la Constitución–, así como por el otorgamiento de facultades legislativas al Gobierno.

Sin embargo, habiendo recorrido un año desde el inicio, se puede constatar la gran dificultad para establecer un esquema de convivencia elemental entre el Gobierno de PPK y el Gongreso dominado por el partido de Keiko Fujimori, dando lugar a que, con frecuencia, se camine mucho más cerca del escenario negativo previamente descrito, ensombreciendo la estabilidad política y el clima de negocios.

Esto fue consecuencia de que la oposición planteó una relación complicada y con frecuencia agresiva frente al gobierno, que se expresó con claridad en la censura, a fines de 2016, del ministro de Educación Jaime Saavedra.

Pero el enfrentamiento creciente entre el gobierno y la oposición no fue la única fuente de complicación para la institucionalidad y la marcha económica del país.

También estuvieron, y de un modo gravitante, las acusaciones de corrupción de políticos y funcionarios provenientes del caso Lava Jato en Brasil, el cual ha llevado a plantear una orden de captura internacional al expresidente Alejandro Toledo; ha llevado –junto con otras denuncias– al expresidente Ollanta Humala y a su esposa Nadine Heredia a prisión preventiva por 18 meses; y podría afectar, también, al expresidente Alan García y a la ex candidata Keiko Fujimori por, supuestamente, haber recibido contribuciones electorales indebidas de la empresa Odebrecht.

Asimismo, estuvo el fuerte impacto del fenómeno del Niño costero, con deslizamientos e inundaciones que produjeron severos daños en la infraestructura nacional y en el patrimonio familiar, especialmente en el norte del país.

Finalmente, estuvo  la lamentable actuación del contralor general de la República Edgar Alarcón, cuyo desempeño perjudicó el proceso económico, incluyendo la grabación de conversaciones privadas que él sostuvo con ministros, y que luego fueron filtradas a los medios de comunicación en el contexto del debate sobre el proyecto del aeropuerto de Chinchero en Cusco.

«El enfrentamiento creciente entre el Gobierno y la oposición no fue la única fuente de complicación para la institucionalidad y la marcha económica del país. «

Como consecuencia de la turbulencia política generada alrededor de dicho proyecto, y en medio de una fuerte presión parlamentaria, se produjo la salida del gabinete del ministro de Transportes y Comunicaciones Martín Vizcarra –quien, además, es el primer vicepresidente de la República– y del ministro de Economía y Finanzas Alfredo Thorne.

Incluso, la difusión de los audios de las conversaciones antes mencionadas también puso en la mira del congreso al presidente del consejo de ministros Fernando Zavala. Al final, el contralor fue destituido por el congreso de la república.

ECONOMÍA BAJO PRESIÓN POLÍTICA 

La evolución de la economía y el clima de negocios en el país estuvieron entre los principales afectados por la elevada tensión política del primer año del Gobierno del presidente Kuczynski.

Para empezar, la aprobación de la opinión pública al desempeño del presidente Kuczynski cayó, según Ipsos, de 63% en setiembre de 2016, a 34% en junio de 2017; mientras que la desaprobación aumentó de 17% en setiembre 2016 a 58% en julio 2017.

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Las consecuencias del impasse político entre el Gobierno y la oposición, junto con los desastres naturales, el caso Lava Jato y la actuación del contralor general, han producido una virtual parálisis en las decisiones de inversión y gasto en el sector público, y un panorama político inestable que han perjudicado las decisiones de inversión en el sector privado, todo lo cual ha generado un menor crecimiento económico y un deterioro de las expectativas de negocios.

El Ministerio de Economía y Finanzas volvió a reducir, en julio, la proyección del crecimiento del PBI para el año 2017, llegando a 2.8%, una caída considerable frente a lo previsto al inicio del año.

Como consecuencia del efecto negativo del ámbito político sobre el panorama económico, las expectativas de las personas y de las empresas han tenido un severo perjuicio.

Por un lado, según la encuesta de Datum de julio de 2017[1], el 70% de los peruanos considera que la economía se está enfriando, el registro más alto en lo que va del gobierno de PPK. La sensación predominante en la opinión pública es que la economía se ha estancado, y que se siguen reduciendo las posibilidades de encontrar empleo.

Por el otro lado, la expectativa de la inversión también ha tenido un fuerte traspiés que no es reciente sino que viene desde varios años atrás. El presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE), Roberto Abusada, hace notar, con preocupación, la trayectoria económica de los últimos cuatro años
[2]:

“La inversión privada y pública empezó entonces el largo e inevitable proceso de desmoronamiento a causa del desgobierno. Todos estos males permanecieron enmascarados por la prosperidad que generaron los altos precios de los minerales y el empuje en la industria y en el sector servicios durante el proceso constructivo de los megaproyectos mineros. Hoy no solo no existe inversión en nuevos proyectos mineros ni de infraestructura productiva, sino que su inexistencia se reproduce en el desánimo y la parálisis de literalmente millares de emprendimientos de todo tamaño donde radica verdaderamente el dinamismo de una economía”.

La aceptación de que la situación económica peruana ha decaído es asumida no solo por la oposición política sino por el propio presidente Kuczynski, quien acaba de señalar, como autocrítica: “Pensé que se podía hacer más en el primer año de gobierno”:

“Íbamos a crecer al cuatro o cuatro y medio; sin embargo, estamos al tres por ciento. Lava Jato se ha comido un punto y el Niño costero otro medio punto. Eso es algo que siente la gente. Claro, creo que nadie previó que Lava Jato iba a ser tan nefasto como lo fue. Era una cosa en Brasil y luego aterrizó acá y empezaron las acusaciones contra ex presidentes, empresas, y eso ha mermado la confianza. Tuvimos que cancelar contratos muy grandes: el Gasoducto del Sur, la autopista a Chosica, Chavimochic 3. Otros proyectos que no tienen que ver con Lava Jato, como la Línea 2 del Metro y el aeropuerto (de Chinchero), también tenían problemas. Si se suma lo de los desastres, el resultado es que hemos tenido un año malo, sin duda alguna”.

Asimismo, el presidente PPK reconoce que tuvo un exceso de optimismo:

“Yo creo que fuimos demasiado optimistas y nos tomó bastante tiempo darnos cuenta de cosas que heredamos del Gobierno anterior que no eran claras cuando usted me entrevistó la vez pasada. ¿Quién sabía que en los últimos cinco años se había contratado a más de 80 mil funcionarios adicionales en el Gobierno Central? Eso se ha ido averiguando en el camino y ha sido un freno a la operatividad del Gobierno”.

RECUPERANDO EL OPTIMISMO

Sin duda, el panorama y la perspectiva política y económica del Perú sufrieron un fuerte retroceso durante el primer año del Gobierno del presidente Kuczynski, pero, paradójicamente, ad portas del inicio del segundo año, han surgido algunos hechos que confluyen sobre la posibilidad cautelosa de que se esté llegando a un punto de inflexión en dicha trayectoria.

El primero y más importante ha sido la cita sostenida en la primera quincena de julio entre el presidente Kuczynski y la lideresa de la oposición Keiko Fujimori, la cual lleva a prever que la relación entre el Gobierno y el Congreso puede pasar de un enfrentamiento abierto durante el primer año, a un momento de mayor cooperación entre ambos sin que se pierda la tensión propia de una democracia, durante el segundo año.

«Ad portas del inicio del segundo año, han surgido algunos hechos que confluyen sobre la posibilidad cautelosa de que se esté llegando a un punto de inflexión en dicha trayectoria»

Para empezar, luego de la cita en Palacio entre Kuczynski y Fujimori, ambos señalaron que el Congreso revisará el rechazo que tuvo hacia algunos decretos legislativos promulgados por el Gobierno sobre el avance de los procesos de concesiones.

Asimismo, el Congreso con mayoría fujimorista aprobó la propuesta del Gobierno para reemplazar al anterior contralor general –quien fue destituido por graves inconductas–, consiguiéndose la designación de Nelson Shack, un técnico solvente que puede contribuir a elevar la calidad del sistema de control sin perjudicar la marcha de la inversión en el Perú, es decir, todo lo contrario de lo que venía ocurriendo previamente.

Al respecto, debe advertirse que otro punto débil del primer año del gobierno de Kuczynski fue la lucha contra la corrupción.

El balance no es positivo, y es que el presidente nunca tuvo este tema en su agenda (…) Y creo que ha pagado esa factura: el no haber estado preparado para algo que era tan evidente como que el Perú está padeciendo de una corrupción estructural, sistémica y generalizada, y que debe ser una de las urgencias principales de cualquier gobierno

Comentó José Ugaz Sánchez Moreno, presidente de Transparencia Internacional y exprocurador anticorrupción.

Otro indicio de que está ocurriendo una mejora en la relación entre el Gobierno y la oposición es que en las últimas dos semanas se ha reducido la agresividad de la bancada parlamentaria opositora hacia el gabinete ministerial, mientras que las expresiones del Gobierno hacia el fujimorismo también se han moderado.

La posibilidad de que continúe este mejor entendimiento entre Gobierno y oposición pasa, sin embargo, por el que constituye el tema más caliente de la política peruana: el debate sobre el indulto del expresidente Alberto Fujimori.

Se trata de un asunto que ha enfrentado al Gobierno y a la oposición, pero, también, al propio fujimorismo por existir puntos de vista muy distintos sobre el tema en el seno de la familia Fujimori.

Por un lado, para el presidente PPK es complicado otorgar el indulto a Fujimori porque la naturaleza de los delitos por los que fue condenado, lo cual impide ofrecer dicha gracia presidencial cuando existe una sentencia por crímenes de lesa humanidad. Hay, sin embargo, los que creen que el presidente no tiene ningún impedimento constitucional para otorgar un indulto, y en base a ello es que el jefe de Estado está considerándolo con la forma de un ‘perdón médico’.

«Este mejor entendimiento entre Gobierno y oposición pasa, sin embargo, por […] el debate sobre el indulto del expresidente Alberto Fujimori”

Sin embargo, el tema del indulto al expresidente Fujimori también constituye un motivo de creciente y abierto enfrentamiento entre sus dos hijos que actúan en política, lo cual lleva a especular con la posibilidad de que se rompa la bancada parlamentaria de Fuerza Popular, entre los que siguen a Keiko y los que respaldan a Kenji.

Al margen de ello, lo cierto es que, luego de un antagonismo marcado y abierto entre el Gobierno y la oposición fujimorista del Congreso durante los últimos doce meses, se están abriendo, aunque todavía de manera tímida, las puertas para un escenario menos inestable que el vivido en el último año.

En este sentido, hay quienes creen que puede haber espacio para el “optimismo cauteloso” por las perspectivas de crecimiento económico durante los próximos 18 meses, como el economista Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, quien sustenta esa trayectoria en tres factores. El primero es el ya mencionado diálogo entre el presidente Kuczynski y Keiko Fujimori.

El segundo elemento que sustenta una proyección optimista se refiere: “Al destrabe del gasto público como la única herramienta que en el muy corto plazo puede revertir el estancamiento que sufre la actividad productiva”. Según Castagnola, uno de los principales errores de la política económica del primer año del Gobierno de PPK fue un ajuste contraproducente en el gasto público en el último trimestre del año 2016.

El tercer factor para alimentar el optimismo es el destrabe de proyectos de asociaciones público-privadas (APP) planeado por el nuevo ministro de Transportes y Comunicaciones, Bruno Giuffra, junto con la reformulación del papel de la Contraloría General de la República que traerá el nuevo titular de la institución.

Castagnola concluye que, de darse las condiciones anteriores, se puede pensar en un crecimiento de 7 % en la inversión privada –tras cuatro años de caída– y de 4 % para el PBI en el año 2018.

EN BUSCA DEL OPTMISMO PERDIDO

Hace cuarenta años, Pedro Pablo Kuczynski escribió un libro que se publicó en Princeton con el título de Democracia bajo presión económica, en el que describió lo ocurrido en el primer Gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry (1963-1968), durante el cual él se desempeñó como secretario general del BCR.

Dicho Gobierno terminó antes de tiempo por un golpe militar que se quedó doce años en el poder.

Ahora la historia pone a Kuczynski ya no como escritor, sino como presidente de una nación en la que debe dirigir una economía bajo presión política, y el resultado ya no tiene por qué ser el mismo.

El panorama es complejo, pero hay razones para recuperar el optimismo que existía al inicio del Gobierno de PPK hace un año, y que se perdió en el camino por la confluencia de un conjunto de factores políticos que perjudicaron a la economía.

Al menos, eso cree el presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien luego de reconocer que el primer año de su Gobierno “ha sido malo, sin duda alguna”, en parte debido a que “nuestro error fue subestimar lo que podía pasar”, ahora piensa que el segundo año puede ser mucho mejor.

Pero para que sea mejor este tendrá que ser el lustro en el que la política logró ordenar a la economía, y no al revés, como ha sido el patrón en el Perú de las últimas décadas.

En ese sentido, durante los próximos doce meses, el Gobierno del presidente Kuczynski andará en busca del optimismo perdido.

Este informe ha sido redactado por el equipo de Asuntos Públicos de LLORENTE & CUENCA Perú. 

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